domingo, julio 16, 2017

La Paradoja de Fermi (6/12): Las civilizaciones tecnológicamente avanzadas son raras

Vamos por la quinta hipótesis: las civilizaciones tecnológicamente avanzadas son raras.

Esto puede sorprender a más de uno. Vivimos en un mundo en el que la tecnología forma parte de nuestro día a día. Los niños beben de las novedades tecnológicas como si fuera la cosa más normal del mundo. La gente hace cola para comprar el nuevo iPhone. Y todo el mundo hace cursos, cursos y más cursos de formación.

En realidad no es tan sencillo.

En primer lugar, para que se desarrolle una civilización tecnológicamente avanzada se necesita suficiente gente y esta debe ser suficientemente inteligente. Ninguna de las dos cosas está garantizada.

En segundo lugar, es altamente recomendable poder estar en contacto con otras culturas. El motivo es que ninguna civilización lo ha inventado todo. Los europeos no inventamos la agricultura, la rueda, el alfabeto o la pólvora. Los chinos no inventaron la máquina de vapor. Pero, entre todos, alcanzamos la masa crítica necesaria. Mucho más difícil lo tuvieron las civilizaciones precolombinas que, al extenderse de norte a sur, tenían menos contacto entre ellas.(1)

En tercer lugar, y he aquí lo que sorprenderá a más de uno: muchas civilizaciones hacen esfuerzos activos por no progresar tecnológicamente. La historia de la Tierra está llena de ejemplos. Veamos algunos factores que dificultan (o incluso impiden) el progreso tecnológico:

  • Culturas que viven ancladas en el pasado. Ejemplos: el Imperio Bizantino o el Imperio Egipcio. En ambos casos, miles de años de historia y nunca hicieron nada realmente original en ciencia, en arte o en literatura.
  • Culturas en las que hay monarquía absoluta. El soberano, que tiene el poder absoluto, no quiere cambiar nada, no vaya a ser que se socave su poder. Hay muchos ejemplos de ello:
    • El emperador Fernando I de Austria-Hungría demoró deliberadamente la introducción del ferrocarril. Según decía "mi deseo es que no cambie nada".
    • Los zares de Rusia sí montaron rápidamente un ferrocarril, pero solo para su uso privado. El pueblo llano tuvo que esperar unas décadas.
    • El emperador romano Tiberio ordenó la ejecución de un inventor sirio que había ido a presentarle un "cristal irrompible". Temía que los vidrieros se enfadaran si perdían ventas.
    • Los sultanes otomanos merecen mención especial. Lograron durante trescientos años bloquear la introducción de la imprenta (ver detalles más adelante).
  • Culturas en las que la religión ocupa un gran espacio del pensamiento público. No vaya a ser que los datos científicos contradigan los dogmas de fe. Ejemplo: España, la gran olvidada de la revolución científica.
  • Culturas con grandes desigualdades. En la antigua Grecia se llegó a un nivel técnico impresionante. Pero no hubo presión para aplicar estos descubrimientos en forma de tecnología. ¿El motivo? Tenían un montón de mano de obra esclava. Situaciones similares se dieron en el sur de Estados Unidos (esclavitud), Rusia (servidumbre) o Andalucía (latifundios). Es más, las clases dirigentes de estas sociedades hacen esfuerzos deliberados para coartar el desarrollo tecnológico. Lo último que deseaban los terratenientes andaluces es que hordas de trabajadores emigraran a las fábricas.
  • Naciones en las que no hay suficiente competición. Es necesario que exista competición entre las diversas naciones y, dentro de estas, competición entre las diversas personas, ciudades y empresas. Grandes imperios, como el chino, no suelen producir avances espectaculares.
  • Presión ludita. Los progresos tecnológicos producen a menudo rechazo social. A veces este rechazo puede ser legítimo pero, con frecuencia, tiene intereses crematísticos. Y es que la tecnología tiene un lado oscuro: produce perdedores, gentes y oficios que ya no son necesarios. Esas gentes se rebelarán contra la nueva tecnología, puede incluso que de forma violenta, como sucedió con la rebelión de Lud.
  • Miedo a las novedades. Muchas tecnologías se han visto atacadas por los problemas que introducen, aunque estos sean menores que las tecnologías previas. La vacunación, los trenes, los microondas, la energía nuclear o los transgénicos son ejemplos de tecnologías que han encontrado férrea oposición a su introducción. En algunos casos esta oposición ha demorado mucho la introducción a las nuevas tecnologías, en otros incluso ha sido suficiente para matarla.
  • Grupos que se benefician de la oposición. No hay nada mejor que erigirse en opositor a una novedad y vivir de ello ¿verdad?
Es necesario señalar que la oposición a una tecnología puede ser multidimensional. En mi ejemplo favorito, el de la oposición a la imprenta de los otomanos, jugaron múltiples factores:
  • El sultán, que no quería que hubiera una impresión incontrolada de libros, muchos de los cuales podían ser subversivos.
  • Los escribas de Constantinopla (unos 30.000) que temían perder sus puestos de trabajo se implantaba la imprenta.
  • Grupos que alegaban "proteger" a los ciudadanos. Bajo la excusa de que la imprenta producía más erratas que la escritura manual se forjó una compleja burocracia que pretendía "proteger" a los ciudadanos de semejantes erratas. Para que un libro impreso viera la luz se exigía que no tuviera una sola errata. Así, bajo la excusa de proteger a los ciudadanos, lograban disparar los costes de producción.
Así pues ¿es posible que la galaxia esté llena de civilizaciones constructoras de pirámides pero incapaces de desarrollar una civilización tecnológicamente avanzada?
 


(1) En resumen: la cultura se expandió rápidamente en Eurasia (+ el norte de África) porque un método agrícola o ganadero que se invente p.e. en Portugal puede extenderse fácilmente miles de kilómetros hacia el este. En cambio, la civilización se extendió con mucha más lentitud latitudinalmente: los animales que se adaptan bien a una latitud puede que no lo hagan a otra.

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