domingo, junio 11, 2017

Crítica: La quinta estación

Empecemos por el principio.

Jemisin tiene una facilidad fuera de lo común para golpearte en el estómago. El libro comienza con esta alucinante frase:

"Comencemos con el fin del mundo ¿por qué no? Supéralo y pasemos a cosas más interesantes"(1)

Tengo que insistir, ella es buena, muy buena, cuando es directa y dura.

Otra cosa donde La Quinta Estación destaca es cómo la gente con poderes (aquí llamados "orogenes") son tratados. Maltratados, para concretar. Encuentro esta idea alucinante. En los libros de fantasía, las personas poderosas suelen ser conocidas, a veces temidas pero raramente despreciadas y casi nunca discriminadas. Y el libro juega con esta idea todo el tiempo: ¿por qué demonios deberíamos nosotros, los poderosos orogenes, dejarnos esclavizar? No es justo.

Tal vez ser una mujer afroamericana y una activista ha tenido algo que ver en esta idea, ¿no te parece?

No obstante, en mi humilde opinión, el libro tiene varias deficiencias. Ninguna de ellas son particularmente graves pero son unas cuantas.

Como he dicho, Jemisin es muy buena cuando es directa. Pero no es tan buena cuando es descriptiva. Carece del estilo simple de Sanderson o Le Guin. Cuando intenta ser poética lo consigue pero ¡ay! Son apenas unas pinceladas en medio de la novela. No me malinterprete, ella no es mala en absoluto. Pero, ¿perfecta? No.

El universo que la autora crea es bueno, muy bueno, pero no increíblemente bueno. La idea de los magos geológicos es fresca. La idea de las estaciones está bien. Pero la magia... Bueno, prefiero cuando la magia está dominada por la ciencia como Rothfuss y Sanderson. Manías mías.

Los personajes son interesantes pero carecen de complejidad. El único personaje que realmente me encantí fue Alabastro y eso era porque era misterioso.

Encuentro que los misterios del libro son demasiado obvios. Es demasiado obvio que los comedores de piedra jugarán un papel tarde o temprano. Es demasiado obvio que los obeliscos jugarán un papel tarde o temprano. No juega con usted como la Hyperion de Simmon o la trilogía de Hijos de la bruma de Sanderson. Tal vez sea porque es sólo una introducción. Quizás es porque estoy siendo demasiado severo con un libro que esperaba ser extraordinario (me gustó bastante la novela debut de la autora, Los cien mil reinos y La Quinta Estación venía avalada por el Premio Hugo y había sido finalista del Nebula y el Locus, así que esperaba que fuera una fuera de serie).

En conclusión, una buena novela de fantasía, con un toque reivindicativo que me gustó mucho y que, sin ser extraordinaria, deja un muy buen sabor de boca.

(1) La leí en inglés y no he encontrado la traducción así que tómese con la debida precaución.

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